EL CAPITAL INTELECTUAL
En una sesión de Directorio, el Contador de la organización exponía los resultados anuales. Las cifras eran alentadoras. El patrimonio inicial se ha incrementó como resultado de las utilidades de los últimos años. Al finalizar la exposición, el Presidente del Directorio felicitó al Gerente General diciendo: Resultados muy buenos para la empresa y los accionistas; pero tengo una duda: ¿a cuánto asciende el capital intelectual?
El Gerente lo miró y
respondió: Es un tema muy polémico y subjetivo. Mientras que los resultados
expuestos son cuantitativos, numéricos y mensurables; el capital intelectual es totalmente invisible, intangible y
subjetivo. Por ello no ha sido reflejado en los resultados, ni en el balance.
El presidente del
directorio replicó: Me gustaría que me expliques en qué radica la polémica, te
invito a tomar un café acabando esta reunión.
Terminada la Sesión, el Gerente General y el Presidente del Directorio se
dirigieron al café más cercano para tener una conversación menos formal, pero
más profunda sobre el asunto polémico. Luego
de ordenar el café, tomó la iniciativa el Gerente General.
Ha sido un arduo proceso
de gestión desde que asumí la gerencia general. Durante este periodo hemos creado
tres tipos de capitales, que no
aparecen en los libros contables. Se trata del capital humano, del capital
interno y del capital externo.
Estos tres, de manera conjunta, forman nuestro capital intelectual.
Su teoría es suena interesante.
Dígame ¿cómo se puede apreciar si no están registrados en los estados
financieros? – replicó el Presidente.
No están reflejados
en los estados financieros, pero sus consecuencias si aparecen en los estados
financieros. Los resultados expuestos hoy por el contador son una manifestación
palmaría de la existencia del capital
intelectual y de cada uno de sus tres componentes – respondió el Gerente.
¿Podría desglosar
cada capital y explicar su manifestación en los resultados? – inquirió el
Presidente, sintiéndose cada vez más interesado en la teoría del Gerente.
Claro que sí –
respondió el Gerente– los resultados no lo consiguen los activos fijos, sino
las personas y sus talentos. Nuestros colaboradores, son el primer frente con
nuestros clientes, ellos son nuestro capital
humano.
De acuerdo, has
descrito perfectamente el capital humano. ¿Qué sigue? – interrumpió el Presidente.
Sigue el capital interno. Nuestros talentos se integran y conectan en una arquitectura organizacional dinámica, con una cultura organizacional envolvente y un estilo de administración participativo. Esta estructura, creada por nuestros líderes, es nuestro capital interno (o know how). Éste se manifiesta en conceptos, modelos, sistemas de administración y de información que la empresa utiliza para generar utilidades – dijo el Gerente.
Al escuchar aquello, el Presidente dirigió su mirada al Gerente, arrugando
el entrecejo mientras saboreaba su café recién servido. Estuvo a punto de
lanzar una idea, o una pregunta, pero no pudo porque de inmediato el Gerente
prosiguió con su monólogo.
Finalmente, pero igual de importante, son las relaciones con nuestros clientes y proveedores. Los vínculos de
confianza que hemos creado hacen que trabajemos unidos.
Así nuestra reputación
nos brinda mejores clientes y mejores proveedores. Esta visión es de afuera
hacia dentro. A esto llamo capital
externo.
El Presidente meditó lo que había terminado de escuchar. Pensaba que no
existía ninguna polémica, estaba de acuerdo con todo lo mencionado por el ejecutivo
que tenía al frente. Luego de tomar un nuevo sorbo de café pronunció: Déjame
ver, esto quiere decir que gracias a nuestro capital intelectual nuestros clientes y proveedores están
plenamente satisfechos con las condiciones que ofrecemos en nuestros negocios
con ellos; que nuestros colaboradores están debidamente motivados por las
condiciones de trabajo; y que la empresa está debidamente ordenada en cada uno
de sus procesos.
Efectivamente Sr. Presidente - contestó el Gerente– todo ello se traduce en
utilidades para la compañía y mayor patrimonio para los accionistas. No lo
dude, nuestro capital intelectual
existe aunque no se encuentre en los libros contables.
El Presidente se puso de pie. Extendió su mano y con un fuerte apretón
volvió a felicitar al Gerente General diciendo: Reitero mis felicitaciones por
los resultados expuestos esta noche y gracias por la enseñanza. Sabe, debemos
concluir que el capital intelectual de
nuestra organización es invaluable. Tiene un valor mayor que todos los
activos fijos. Tiene un mayor valor que el capital social aportado por los
accionistas. Me animo a pensar que es invaluable; quizá por eso el contable no
puede regístralo en su partida doble.
Juan Arroyo
Gerente de Recursos
Humanos
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